- Fecha: 1305-1307
- Lugar del suceso: Imperio Bizantino
- Contexto histórico:
Paralelamente a la decadencia del Imperio Bizantino, los reinos cristianos de España se imponían definitivamente a los musulmanes, con la derrota de los sarracenos en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), tras la cual el más oriental de ellos, la Corona de Aragón, dio comienzo a la conquista del Mediterráneo, iniciando su empresa en las Islas Baleares, donde la población de Palma de Mallorca fue pasada a cuchillo en 1231, dando así fin a la resistencia musulmana del archipiélago. En todas aquellas batallas (y en la conquista de Valencia entre 1233 y 1245) participaron los almogávares, unos guerreros pirenaicos que habían adoptado las tácticas de los saqueadores sarracenos, recibiendo por ello la denominación árabe de almogávar, de etimología incierta.
Pronto, los almogávares ganaron justa fama como la mejor infantería de su época, en especial por su papel en las campañas de Sicilia a finales del siglo XIII. Como Bizancio habia perdido su flota y su ejército había sido diezmado por los turcos, Andrónico II solicitó la ayuda de los almogávares para recuperar Bitinia y proteger Constantinopla, la capital del Imperio. El comandante jefe de los almogávares, Roger de Flor, aceptó a cambio de la mano de la hija del emperador, el título de megadux y cuantiosas retribuciones económicas en concepto de los servicios prestados por él y su ejército. Acosado por los turcos, Andrónico no tuvo más remedio que aceptar las exigencias, y en 1302, 7.000 personas (2.500 almogávares y sus familias) desembarcaron en Constantinopla en defensa del último bastión de los romanos.
Entrada de Roger de Flor en Constantinopla, por José Moreno Carbonero (1888).
Durante los dos años siguientes, los almogávares causaron auténticos estragos a costa del ejército turco, recuperando muchos de los territorios perdidos en Asia Menor. Temiendo que se apropiasen de ellos, el Emperador trató de traerlos de vuelta a Constantinopla con la excusa de una incipiente guerra contra los búlgaros pero, cuando los almogávares se dieron cuenta del engaño, fue tal la indignación, que hubieran arrasado Constantinopla, si Roger de Flor no hubiera aceptado no tomar represalias a cambio de ser nombrado señor feudal de Anatolia. Tras el acuerdo, los almogáraves se disponen a marchar de las tierras.
Todo hubiera acabado aquí, si el heredero a la corona, Miguel Paleólogo, no les hubiera traicionado. Confiados, Roger de Flor y una parte de sus huestes acceden a participar en un banquete en su honor en su palacio de Adrianópolis, siendo decapitados en el lugar, desprevenidos y borrachos. Aquella noticia no sentó nada bien a los almogávares.
- La Venganza:
El ejército bizantino se acercaba a la península de Galípoli, en el estrecho de Dardanelos, donde los almogávares habían levantado una fortaleza. Las noticias habían llegado raudas al asentamiento, y los almogáraves se encontraban divididos. Un bando, capitaneado por Berenguer Entenza, era partidario de resistir al asedio bizantino, mientras que los seguidores de Bernant de Rocafort preferían luchar en campo abierto. Pero Miguel Paleólogo avanzaba y no había tiempo para el debate.
Finalmente, Berenguer Entenza embarcó rumbo a Constantinopla, dejando a algunos almogávares en defensa de la fortaleza. Lograron derrotar a los bizantinos en su capital y, tras arrasar la ciudad, se dirigieron por tierra a Galípoli para librar a sus compañeros del asedio, derrotando a los bizantinos y sus aliados (los genoveses) que se cruzaron en su camino.
El ejército de Miguel IX se encontraba severamente diezmado. Decidido a acabar con los almogávares, se efrentó a Rocafort en Aprós. La batalla fue sangrienta, y el ejército imperial, aniquilado por los guerreros catalanes, aun encontrándose en inferioridad numérica.
- El legado:
La venganza de los almogávares fue tan terrible, que a día de hoy todavía resuenan sus ecos en los Balcanes. Ya sea en Grecia, Bulgaria o Albania, catalán es sinónimo de hombre malvado, de monstruo con el que asustar a los niños. Un insulto y una maldición.